¿PARA SONREIR A CUALQUIER EDAD? EL CONOCIMIENTO
Historia de abarrotes
Don Manuel siempre había estado ‘viejito’, decían los vecinos que cuando llegaron a poblar las colonias de los Pedregales, en el sur de la Ciudad de México, eran padres jóvenes de decenas de hijos, cerca de 1960. Entonces este señor era de los fundadores de una de esas franjas de tierra ubicadas entre piedra de volcán, cuevas y breves montes.
Los colonos señalaban que en esos años Don Manotas –como le decían las generaciones de niños de los últimos 30 años, por motivo de sus dedos largos y empuñadura a la hora de gritar furibundo que no golpearan su puerta con el balón–; aún sonreía porque tenía a su alegre esposa Doña Dulce, en vida y “ella era quien domaba a la ‘bestia’ de casi dos metros, poca paciencia y terrible carácter”.
Otros más atribuían su osca persona, a otra serie de mitos –algunos de ellos hasta sobrenaturales–, que podrían incluir palabras como “hechizos”, “nahuales”, “maldiciones”, “milicia”, “disidencia” o fastuosas historias sobre el origen de su “maldad”, que más bien era infundada, pues nuestro personaje tenía un secreto que para nada se acercaba a las ideas de los vecinos, que aunque le temían, también solían respetar, ya que sus alegatos nunca fueron injustos y en cierta manera –pese a tanto refunfuño–, era un hombre de paz.
Encuentro inesperado
Un día común, Don Manuel tomó sus maletas y partió a un lugar al que tenía más de 20 años que no frecuentaba, pues sólo iba con su difunta esposa: Taxco, Guerrero, su pueblo de nacimiento; una de esas tardes, fue al centro a sentarse cuando a su lado llegó un señor que se le hizo conocido, pero no logró identificar.
Con una sonrisa lo saludó y le causó tanto bienestar, que el él mismo se presentó, “Buenas tardes, soy Manuel, mucho gusto”; sin quitar el gesto, el señor le respondió “Hola Many, está increíble este pueblo, déjeme adivinar ¿Usted nació aquí verdad? ¡Yo también!”
Tenía mucho tiempo que nuestro protagonista no sentía tanta alegría, una charla entrañable siempre es extrañable y él se sentía tan solo, nadie le quería hablar y no era muy sociable; Dulce siempre era el puente para ello con su amabilidad, pero desde que ya no estaba, no lograba como acercarse a la gente sin hacerla huir con su duro rostro y fuerte voz.
Luego de tocar varios temas y hasta reír en varias ocasiones; Jorge, su interlocutor, le dijo que estaba en un viaje para relajarse un poco, pues pasó por fuertes problemas de salud que involucraban al cáncer de próstata; como secuela, padecía de incontinencia urinaria, lo que lo deprimió y avergonzó por varios meses.
Las mejillas de Don Manuel se ruborizaron, pero siguió escuchando atentamente; Jorge ya no sentía vergüenza y por ejemplo debió aceptar el usar pañal para adulto a sus 45 años. Con ejercicios y voluntad, ahora sólo lo utilizaba por las noches y ya no se ponía huraño con su esposa, pues antes disfrazaba su temor con enojo y hostilidad.
Más que paisanos
Luego de contar su historia Jorge y Manuel guardaron varios minutos de silencio y éste último, tosió un poco y luego comenzó a reír.
Un tanto extrañado, Jorge le preguntó por qué la carcajada, a lo que confesó que él también tenía incontinencia desde hace muchos años; por eso, le daba tanto miedo reír y estaba tan molesto con su existencia. No le gustaba mucho acercarse a la gente para que no notaran su condición, con trabajo asomaba la cabeza por la ventana o el zaguán; lo más que hacía era ir a la prisa de alguien de 82 años, a la tienda de la esquina y volver a atrincherarse en su casa.
Jorge soltó una carcajada y ahora el sorprendido fue Manuel. “¿Qué pasa amigo?” Le refirió. Y éste respondió: “Eres mucho más joven de lo que la gente cree y tan agradable. Yo siempre lo he sabido, sólo que no me atreví a charlar más contigo porque siempre entras y sales de la tienda corriendo ¡Qué condición tienes! ¡Deberías de ser corredor! Entonces somos paisanos, amigos y hasta tenemos fallas orgánicas similares eh.
“¿¡Eres el de la tienda!?”, exclamó totalmente boquiabierto Manuel. Ambos comenzaron a reír más y a hacer bromas.
Mitos sobre la incontinencia urinaria
Jorge explicó que al principio, vivir con el problema en el esfínter fue muy difícil, además de que ya estaba fatigado de tanto tratamiento por su enfermedad.
Eso paso rápido gracias a que se mantuvo bien informado sobre su condición y los consejos y comprensión de su esposa, quien le recomendaba libros, lo acompañaba a su terapias y lo hacía ver la realidad: no era culpable de esos episodios, el mundo entero no se daba cuenta y podía vivir normalmente con los cuidados adecuados.
Reír libremente y disfrutar de la vida eran lo principal y eso mismo recomendó a Manuel, quien se sintiótotalmente reconfortado y feliz.
Al regresar a la Ciudad de México, lo convenció de ir al médico y le recomendó una protección más adecuada, lo que en verdad cambió su vida, pues los pañales que usaba eran una tortura; estos lo hacían sentir más cómodo y seguro.
Además Many, como ahora lo llamaban los chicos de la colonia, se instruyó más sobre este y otros temas.
Supo que hay muchos mirtos a cerca de la incontinencia urinaria, como los siguientes:
1.- Es un mal que únicamente aqueja a los adultos mayores
Como lo aprendió con Jorge, se puede presentar a cualquier edad, inclusive hay personas de entre 30 y 35 años que tiene incontinencia urinaria.
2.- La incontinencia urinaria es sinónimo de usar pañal
El empleo de protección para adulto es relativo, pues depende del grado de incontinencia urinaria que se tiene; hay quien usa protectores diarios, toallas higiénicas, ropa interior desechable o protectores de colchón.
3.- Es una enfermedad
Lo cierto es que la incontinencia urinaria es el síntoma de un padecimiento, por ejemplo, puede ser resultado de una infección urinaria, o algún problema en la próstata.
4.- Mujeres y hombres son propensos a sufrirla por igual
Según las estadísticas, las mujeres están más expuestas a padecer de incontinencia urinaria, a diferencia de los hombres; pues ellas son más propensas a tener infecciones urinarias, son más susceptibles por embarazos previos y cambios hormonales acontecidos en la menopausia.
5.- Las mujeres embarazadas tienen incontinencia
No siempre es verdad, aunque un grupo amplio de gestante tiende a padecer de este problema, ya sea por los cambios hormonales, el crecimiento del útero y la presión que el feto hace en la vejiga, que disminuye su resistencia.
6.- Los pacientes inválidos usa pañal
Cualquier persona común podría necesitar de un pañal para prevenir derrames por incontinencia; eso depende del grado y enfermedad que se tenga.
Consejos para comprar un mejor pañal
Entre las muchas cosas que Jorge experimentó y compartió con Manuel sobre una mejor protección, lo más importante es la absorbencia entre otros requisitos.
Además, según un estudio del laboratorio realizado por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), realizado hace ya algunos años pero que sigue siendo vigente, se recomienda antes de adquirir un pañal, revisar los datos de la medida de la cintura y comprobar que corresponde a la que se requiere; verificar la etiqueta para conocer sus propiedades y saber si tiene por ejemplo barreras antiescurrimiento, o si son predoblados –un cuadro absorbente con tiras adhesivas para emplearse como pañal o protector de la cama–.
También se puede recurrir a los tipo “Gard”, que son angostos y tienen bandas elásticas reutilizables, como tipo calzón.
Algo importante es verificar el tipo de absorción y que esta sea preferentemente rápida, para evitar escurrimientos; las marcas ofrecen diversos tiempos de absorción; en este punto también varía la “capacidad de absorción”, o sea la cantidad de orina que resiste un pañal sin escurrirse, que en promedio oscila entre los 500 y 800 mililitros.
Otras cuestiones no menos importantes, son la capacidad para mantener seca la piel y eso significa comodidad. También la resistencia de los materiales y la adhesividad de las cintas, para sentirse más seguros.
La importancia de la autoestima
Al guardar silencio sobre su problema, Manuel no permitió ser ayudado ni por un médico ni por algún amigo.
Se aisló del mundo y arriesgó su vida, pues como lo mencionamos antes, la incontinencia urinaria es un síntoma y no una enfermedad; en el caso de nuestro protagonista, la causa resultó ser una antigua infección urinaria y el mal era irreversible, lo que lo entristeció un poco, pero gracias a camaradas como Jorge, ahora se siente más seguro de sí mismo y con la protección correcta, no teme acercarse a otras personas y convivir con ellas.
Incluso aprovechando que a su edad tiene una gran condición física, Lorena –esposa de su amigo el tendero–; lo inscribió a una carrera de la tercera edad contra el cáncer; todos esperan que Many gane y hay quienes casi casi juran que ocupará uno de los tres primeros lugares porque ¡Como corría para huir de la gente!
Por suerte eso es cosa del pasado y Don Manuel se ha dado una segunda oportunidad para ser feliz.














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