Desde el anaquel
Al pensar en el destino turístico más importante de México y uno de los preferidos a nivel mundial –lugar 19 de los 25 favoritos del planeta según Trip Advisor–, podríamos suponer que los comercios de Playa del Carmen son similares a los de su más famosa vía, La Quinta Avenida, donde el turista puede encontrar –para saciar sus pequeños antojos o necesidades–, tiendas de conveniencia y no comercios tradicionales.

Es verdad que en Solidaridad –nombre del municipio–, las cadenas como Oxxo, aún no se pueden ver en cada esquina como ocurre en la Ciudad de México, pero lo cierto es que cada vez hay más.
Sin embargo, en esta región caribeña todavía se extienden por todas las colonias populares y periféricas, decenas de ‘tienditas’ familiares que son el sustento de sus integrantes y permiten sentir al vecino o viajero, que Playa conserva un poco de la esencia mágica que tuvo hace 15 años, cuando gran parte de la región era selva, cenotes escondidos y playas libres, tiempo en el que la gente recorría kilómetros o iba en bicicleta, con el don o la doña de la miscelánea.
¡Hola tienda!
Cerca de casa, se localizaban dos misceláneas y al principio me era indiferente comprar en alguna; generalmente su trato era muy seco y tenía que adivinar en dónde había lo que necesitaba, pero casi nunca acertaba y terminaba de mala gana en algún autoservicio o tienda de conveniencia; digo eso porque prefiero adquirir cotidianamente en ‘tienditas’ para apoyar al comercio tradicional.
Un día, en vez de dar vuelta a la izquierda, la di a la derecha y encontré un pequeño local en el que tuvieron todo lo necesario; desde entonces se convirtió en mi tienda preferida, porque Ana y Mariana –las hijas de los fundadores del negocio–, tienen un trato muy amable y mantienen un surtido sorprendente, que sin duda les da mil puntos a favor porque no hay mercados cercanos y si encuentras ‘de todo’ en un lugar, te salvan la vida.
Un día llegué a esa tiendita a pedir limones y por primera vez no había, pero Ana, le pidió a su mamá un favor para mí y me obsequiaron un poco de Jamaica para mi anhelada agua ¡Me salvaron el día!
No soy la única que va a ese lugar por todo lo mencionado, decenas de vecinos son asiduos a comprar en “El Don”, negocio que tiene una historia que literalmente nace del corazón.

Una nueva vida
Detrás de cada tienda de abarrotes, hay una historia propia y única, así es que Doña Paola, quien con su esposo fundó este negocio, me la compartió: “hace años venimos desde la Ciudad de México para visitar a mi hijo, que de recién casado se vino a vivir a la Riviera; pensábamos un día venirlo a alcanzar pero pasó el tiempo y estábamos ocupados en una maderería que teníamos en la capital; mi esposo cargaba mucho y eso le hacía daño, pues tuvo dos pre infartos y el doctor le dijo que ya no debía de hacer esfuerzos y era necesario que guardara reposo y se fuera a vivir al nivel del mar ¿Pues para dónde cree que íbamos a ir? ¡Corriendo a Playa del Carmen porque está muy bonito!”
Ante tal situación, Doña Paola y Don Hilario vendieron su negocio. “¡Dijimos: hoy es cuando! Hay que ir y hacer una accesoria para poner una tienda; así él estará sentado, tranquilo, despachando y no hará esfuerzos”.

Poner una tiendita
Al preguntarle cómo fue el proceso de apertura de su tienda y si es difícil poner un negocio similar en Solidaridad, Doña Paola respondió que “es un viacrucis total porque parece que el gobierno no sabe qué servicios tiene; cuando llegamos –hace una década– no teníamos ni drenaje, ni agua potable –pues la teníamos que jalar con mangueras desde la esquina–. Para poner la ‘tiendita’ primero me preguntaron si teníamos drenaje o fosa séptica y al decir que tenía la segunda, mandaron un inspector para ver si era verdad. Tardó como un mes o mes y medio en venir a checar; me extendieron una constancia”.
“De ahí me mandaron a la Comisión de Luz, para checar qué medidor tenía yo, porque debe de ser comercial; fue otro mes medio. Después me mandaron a Hacienda Federal y ahí fue el primer registro, para uso de suelo; de ahí me fui a la Canaco, a sacar otro permiso, posteriormente al Municipio para obtener permiso de basura –porque se paga para que se la lleven por ser comercial–; Licencia sanitaria, Licencia de funcionamiento; son como cuatro y hay que ir paso por paso ¿Por qué cree que duramos nueve meses haciendo el dichoso trámite? Mi esposo se estaba desesperando, decía: ‘¿Cuándo vamos a poner la tienda? Nos vamos a acabar el dinero y no podremos abrirla”.
Doña Paola platicó que para ellos fue terrible la espera; “cada año del primero al 15 enero hay que ir a hacer renovación de todos los trámites, porque con uno que falte, le hacen a uno las ‘pequeñísimas’ multas de mínimo 14 mil pesos por no tener un documento”.
Un nombre
“Yo fui la que le puse el nombre de ‘El Don’, porque mi esposo le quería poner “Mi tiendita”, pero le dije: las personas que vendrán no van a decir vamos a “Mi tiendita”; sino: voy a ir con el Don, porque así le dicen, Don o Don José” narró la empresaria.
Me platicó que es muy curioso, porque en el tiempo en el que nació su esposo –que es de 1944–, en su pueblo originario fue bautizado como José Hilario, pero en el registro civil sólo le pusieron Hilario. Actualmente, las personas le dicen el Don o Don José, aunque oficialmente no se llama de ese modo.
Así fue el nacimiento de esta ‘tiendita’, que hoy tiene ya 10 años y tras mucho esfuerzo, ha traído bas-tante satisfacción a la familia: “Acá es una vida maravillosa, porque vive uno con mucha paz, con mucha tranquilidad, la gente es muy linda. En la Ciudad de México habemos de todos, la gente anda tan acelerada por el mismo estrés, porque a veces le queda tan lejos su trabajo, por ejemplo, mi hija hacía cuatro horas de camino para llegar a laborar. Tenía que salir a las cuatro de la mañana para llegar a las siete, entonces estaba enloqueciendo, hasta que pidió cambio. ¡Hacía el mismo tiempo que haría si viniera a Playa del Carmen!

Cómo luchar contra el canal moderno
Ante la controversia que viven las ‘tienditas’ de abarro-tes, que han manifestado que existe una competencia desleal con el canal moderno, que tiene más beneficios comerciales, Doña Paola explicó que no ha sentido que la afecte mucho, porque “los Oxxos dan más caro, por ejemplo las Sabritas están en 14 pesos y yo las doy a once; hay veces que la gente quiere algo en especial por ejemplo pan para hot dogs o hamburguesas y no lo tenemos porque ese producto no nos lo dejan, sólo se lo dejan las tiendas de conveniencia; entonces les tengo que decir que no lo tengo, pero les indico dónde lo venden”.
Si bien la entrevistada refirió sin querer un rasgo claro de “competencia desleal”, su negocio no ha sido afectado gracias a que la gente busca buenos precios y han sabido reponer lo que no tienen –negado por convenios entre proveedores y canal moderno–, con lo que sí pueden ofrecer y es un plus para sus clientes.
“Aunque sea poquito pero tenemos de todo; porque sabemos que hay personas que vienen desde la calle 28 –y estamos en la 17–; cuántas cuadras no caminan los pobres y luego decirles que no hay, capaz que me zumbaran los oídos [ríe]. A mí me gusta tener lo que necesitan y aunque esté chiquita la tienda, encuentren lo que buscan”.
Y es que en “El Don”, venden muchas cosas que a falta de mercados o tiendas diversas en la colonia, ellos ponen a la mano.
La satisfacción de un negocio
“Aquí estamos, una tienda de abarrotes no lo hace a uno millonario pero sale para comer, para los gastos de la casa y para vivir tranquilo; yo no hablo mal de la Ciudad de México, es muy bonita porque gracias a Dios ese lugar me dio para darles carrera a mis hijos, pero ya no se puede vivir ahí, es difícil porque hay mucha gente, menos posibilidades de encontrar trabajo”, compartió Doña Paola.
“La gente aquí es muy noble, por ejemplo en la Capital si te queda a deber un peso, ese peso lo das por perdido; aquí no le miento, vienen y me pagan el dichoso peso. Aquí es otro tipo de cultura, de educación, de valores.”
Finalmente, la empresaria aconsejó a quienes busquen abrir un negocio similar: “Si tienen vocación de comerciantes, tengan mucha paciencia porque el señor gobierno no le agiliza a uno los trámites, son muy engorrosos y para vivir sin sobresaltos sí sale, no para ser rico pero se vive en paz, trabajando lo propio”.